Una definición legítima de salud mental la describe como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Dicho esto, ¿Cuántos de nosotros podemos reconocernos sanos?
En términos generales - abismales- el propio Freud en “El malestar de la cultura”, desnuda los mecanismos represivos de nuestra sociedad; denuncia los efectos que estos provocan, y los liga a la culpa. Explica que el super-yo, es decir, los pensamientos morales y éticos que recibimos de la cultura, se imponen frente al yo, generando una necesidad de castigo frente a los impulsos.
Desde aquí, es decir, sobre un plano menos pernicioso, podemos introducirnos en “Pompidú”. La obra, escrita por Catalina Piotti, nos propone un recorrido cándido para abordar la locura, pensándola como una serie de impulsos que no logran adaptarse a las exigencias del mundo actual. Cuestiona desde un camino sensible los métodos evasivos contemporáneos, y nos propone,en cambio, posicionarnos en un lugar de empatía; incluso de identificación.
En ese proceso, la protagonista crea una manifestación ideal: un compañero (Lucas Tavarozzi), comprensivo y estimulante, con el que mantiene una relación amorosa. A través de él, se despliegan los pensamientos más subversivos de Érica: aquellas pulsiones de vida y de muerte no reprimidas.
Asimismo, la propuesta de “Pompidú” está atravesada por dos elementos: uno, la seguridad que promueve el entendimiento y acompañamiento de un otro. En este caso, la presencia de la tía de Érica (Claudia Krizaj), un personaje que esconde un giro en la trama. Otro, la presencia del arte pensado como una herramienta catártica y expresiva, como una posibilidad de deconstruir y construir a la vez.
De esta manera, su relato, a través del lenguaje poético, gira en torno al mundo de los dormidos y los despiertos. Aquello me recuerda una escena de Breve Cielo, película argentina de 1969, en la que Delia (Ana María Picchio), advierte que la sociedad de clase media dormía: “todos duermen, vos también dormís”, castiga a Paquito (Alberto Fernández de Rosa), el joven representante de esa clase en el film. La obra teatral es un constante atentado a esa existencia dormida, que se oculta para sí los miedos, y reprime los deseos. Una existencia, además, que niega lo evidente y se recluye en sí misma.
El desenlace nos encuentra proyectados en la dificultad del personaje. Sólo así uno descubre a qué mundo pertenece, si al adormecido o al de los desvelados.
VUELTA DE OBLIGADO 3587
Capital Federal - Buenos Aires
Teléfonos: 4701-9677
Sábado - 21:30 hs - Del 21/10/2017 al 11/11/2017
Ficha técnico artística
Dramaturgia y Dirección:Catalina Piotti
Asistente de Dirección: Yanina Ferraro
Actúan:Claudia Krizaj, Alejandra Sabbatella, Lucas Tavarozzi
Escenografía: Mamut diseño y Tomas Fallegas
Edición de sonido: Martín Miró
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