Afuera, una tarde de sol, de esas que invitan a salir a calle. Los mismos días que a media tarde, nos seducen y nos proponen una siesta. En El Portón de Sánchez el sábado pasado se combinaron ambas alternativas: salir a ver teatro y participar de un sueño en medio del Tigre.
“Lo lindo de calzarse es pisar en cualquier lado” nos coloca en un mapa onírico. En él, los tres personajes dialogan con sus fantasías y sus pasados. Juegan como niños con un material frágil, delicado: aquel que conllevan los recuerdos y el afecto.
La obra se centra en el viaje al Tigre que emprende una pareja joven durante el verano. La música country que interpretan en vivo, la iluminación y el vestuario, ayudan a situar a ambos personajes en medio de una isla, con un calor de esos que a uno lo hacen verse lento. La pareja entra a una casa abandonada, y allí se produce el encuentro con el tercer personaje: El Bocha. Este último, a diferencia de la pareja, no es ajeno a esa isla del Tigre. Tampoco al mundo onírico que se dispara allí. La pareja está perdida y él los ayuda a regresar. Todo sucede como si cada actor dirigiera su propio devenir. El modo en que interpretan estos personajes es tan excéntrico como la estructura narrativa de la obra.
Una vez que aquel espacio se afirma, El Bocha puede ser el varón de la pareja; y su amor trunco, la chica. Pueden ser ellos mismos en un futuro; incluso pueden ser los recuerdos surgidos del delirio de El Bocha, de sus fantasías y fantasmas. Lo único posible de atrapar en esa trama, es la poesía creada por los diálogos lúdicos entre la pareja protagonista, la sensibilidad misteriosa de El Bocha y una escenografía, que realizada con elementos rústicos, nos convoca a un río y a un pantano.
El sábado pasado fue la última función. “Lo lindo de calzarse es pisar en cualquier lado” es una metáfora, es un espejismo: las luces se apagaron como jamás presencié en una sala. El espacio era enorme y la iluminación nos hacía creerlo eterno. Los personajes se escondían entre los matorrales hechos de papel corrugado. Tocaban la guitarra, bailaban, jugaban a ser otros, se miraban a los ojos, y caían: en el sueño o la realidad, según los ojos de su público, y el amor que nos hayamos animado a concebir.
*Las imágenes pertenecen a Marcia Ruetsch - fb MR Audiovisuales/ marciaruetsch.wixsite.com/audiovisuales
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Julián Rodríguez Rona
Actúan: Eugenia Blanc, Andrés Caminos, Ivan Moschner
Diseño de vestuario y escenografía: Cecilia Zuvialde
Diseño de luces: Matías Sendón
Realización de escenografia: Nicolas Botte
Música: Julián Rodríguez Rona, Brian Zditowski
Fotografía: Nicolás Levín
Diseño gráfico: Lucía Vanin
Asesoramiento coreográfico: Luciano Rosso
Asistencia de dirección: Natalia Andrea Badgen
Prensa:Carolina Alfonso
Producción: Natalia Andrea Badgen, Julián Rodríguez Rona
Dirección: Julián Rodríguez Rona
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