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Desnuda, bajo el mantel de tus deseos.
Absorta y desnuda, esquivando las palabras que salen de tu boca, como
rayos.
Perpleja y compleja, desnuda ante vos, y ante mí.
Soporto la tormenta y también aquel lecho de rosas perfumadas.
- “Sin espinas y con azúcar para mí, gracias”.
Sólo yo permanezco desnuda, sólo a mí se me asoman cicatrices.
Tan sólo yo río realidades.
Vos allá sentado sobre afirmaciones. Tan tuyas, tan de nadie ahora.
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Desnuda, bajo el eco de tus pensamientos.
Cierro los ojos, me alejo un poco de todo aquello.
Continúo desnuda.
Y vos siempre tan endurecido entre tus mañas, entre tus ramas.
Esas putas ramas que ya no te dejaron ver – verme.
Vos allá, y yo acá.
Desnuda.
*Ambas imágenes extraídas de postal Viejo Hotel Ostende.
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