En el mes de diciembre de 2001 en Argentina se desató un desenlace inevitable. El país estaba sumido en una crisis económica y social; y el malestar se expresaba en las calles, en un mismo grito: “que se vayan todos”. La crisis institucional fue inminente. Durante los días 19 y 20 del último mes de 2001, hubo saqueos y una protesta social en ascenso. Pobreza, desempleo, “Corralito”, “Cacelorazo” y Estado de sitio, son los elementos que componían aquel escenario. Mientras tanto, tras bambalinas, el presidente escapaba en helicóptero. Represión, heridos de bala y muertos, también fueron parte de aquel paisaje del horror. La primera imagen de aquella violencia institucional desbordada, fue la de Jorge Cárdenas. Su cuerpo herido, tras haber recibido dos disparos de bala de plomo, yacía en las escalinatas del Congreso. Cárdenas se desangraba y se convertía en el símbolo vulnerado de aquella brutalidad. Sobrevive y finalmente, muere siete meses después. Durante los juicios penales que se efectuaron a los funcionarios de entonces, su muerte (aunque no fue juzgada), fue utilizada como referencia por los jueces de la cámara federal. Hoy, a casi 16 años de esa pena histórica, su figura se erige a través del arte.
La invitación indirecta a aquella propuesta, lo estableció la música. La fusión entre el sampleo de Fernando Toth y la percusión con elementos atípicos de Juan Ciovini, distinguieron los ritmos de aquella deconstrucción. Ese clima sonoro acompañó el relato de los tres intérpretes, que demostraron un conocimiento corporal y una destreza brutal en cada figura.
Sublimación, sensibilidad y un concepto hermoso de fragilidad rodeaba cada acrobacia. Entonces son los gestos y las extremidades las que narran la historia: no existe libreto, pero sí un esquema coreográfico. Los cuerpos se sujetan, se combinan, y luego rompen el equilibrio: vuelven a separarse. En aquél diálogo, nos conectan con la muerte de un otro, la vuelven figura, una y otra vez; quitándole el velo de la normalidad. Lo ajeno se hace propio, lo privado se vuelve público, y lo olvidado, se hace carne.
Esta manifestación, denota la participación del cuerpo como un medio expresivo, en oposición a un sistema que lo obliga a ser objeto de consumo y de control. Por el contrario, aquí, es un medio de intervención; no una entidad intervenida. El circo contemporáneo, a través de la danza y el teatro, habilita un tipo de comunicación que nos alcanza como si no existiera una mediación. De ese modo, existe un mensaje político de denuncia y de resistencia a través del arte. Un deber que se adjudica: su propio sentido de justicia.
*Las imágenes pertenecen a Marcia Ruetsch - fb M.R. Audiovisuales/ marciaruetsch.wixsite.com/audiovisuales
Ficha técnico artística
Compañía Terceto, Juan Pablo Gomez
Intérpretes: Pablito Censi, Florencia Montaldo, Patricio Testolin
Músicos: Juan Ciovini, Fernando Toth
Diseño de luces: Matías Alejo Sendon
Diseño gráfico: María Belén Saralegui
Asistencia de dirección: Sofía Etcheverry
Producción ejecutiva: German Garcia, Luciana Sanz
Asistencia coreográfica: Barbara Alonso
Colaboración y entrenamiento en danza: Martina Kogan
Dirección: Juan Pablo Gómez
Dirección general: Cia Terceto, Juan Pablo Gómez
Guevara 326 - Capital Federal
Teléfonos: 4554-4588
Web: http://www.galpondeguevara.com
Sábados - 23:00 hs - 11,18 y 25 de noviembre
A la gorra
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