Es domingo, día familiar por legado cultural, por imposición de la costumbre. Afuera el calor agota cada pisada y el humo del colectivo hace migas con el aire denso. La boletería espera al fondo de un ambiente amplio: un oasis de frescura, con muebles y sillones blancos. Una suerte de remanso. La función será al lado, y la curiosidad empuja a entrever el espacio desde una puerta a medio abrir. Se dejan ver sillas con papel corrugado, y una tonalidad dorada como emulando el paso del tiempo. En el fondo, finaliza una función para niños: pasan por delante, sonrientes, sosteniendo globos. De repente la excepción se presenta: un nene se niega a sostener esa ilusión colorida y volátil. La madre se impone, con cariño, como se asienta la herencia algunas veces: “te lo ato a la muñeca, no tengas miedo; no va a ser el único globo que vas a tener en tu vida hijo”. A los pocos minutos, el asistente da comienzo a la función.
Los actores en escena son cuatro, pero los personajes son alrededor de diez. María Milessi, Julieta Halac, Luis Gritti y Santiago Fondevila, se atreven a personificar a varias personas. Lo hacen desde una transformación actitudinal: cambios en los modos de decir las cosas, en los gestos, y lo concluyen desde lo estético. Cada actor, como en un juego de la silla, se transforma, y el cambio de piel es absoluto. Coquetean con algunos detalles propios de los estereotipos, pero no caen de manera definitiva en ninguno de ellos. De esta forma, los personajes que evocan no se parecen entre sí, y tras lo primeros giros, resulta posible reconocer este mecanismo. La variación en la vestimenta entonces, se vuelve un elemento importante en aquella revelación.
Otra particularidad de la obra es su dramaturgia, que surge de un trabajo colectivo; así como también la escenografía de esta temporada en una de las salas del Camarín de las Musas: un cuarto antiguo compartido entre actores y público. Las butacas que rodean la escena, vuelven la participación de este último, más íntima y menos omnipresente. La historia, dirigida por Miguel Israilevich, nos es dada en pausas, en pequeños registros.
Por otra parte, otra variante que presenta la pieza teatral es que no utiliza musicalización: la ausencia de elementos sonoros, también provoca un descubrimiento en capas del relato.
“La casa esconde” es una propuesta del teatro independiente, que no sólo establece esta multiplicidad de personajes encarnados por los mismos actores, sino que propone un circuito espacial y temporal en constante fluidez. La estructura temporal es simultánea y gira en torno a dos temas nodales: la muerte del padre de algunos de estos personajes y su cotidianeidad afectiva. Cada uno de estos hermanos, ha sostenido un vínculo diferente con su progenitor, y el patrimonio de una casa está en disputa. Sin embargo, allí se debate algo más que una continuidad material: la descendencia como herencia emocional yace en el trasfondo.
“La casa esconde” es una propuesta del teatro independiente, que no sólo establece esta multiplicidad de personajes encarnados por los mismos actores, sino que propone un circuito espacial y temporal en constante fluidez. La estructura temporal es simultánea y gira en torno a dos temas nodales: la muerte del padre de algunos de estos personajes y su cotidianeidad afectiva. Cada uno de estos hermanos, ha sostenido un vínculo diferente con su progenitor, y el patrimonio de una casa está en disputa. Sin embargo, allí se debate algo más que una continuidad material: la descendencia como herencia emocional yace en el trasfondo.
La obra nos invita a cuestionar aquellos condicionamientos que recibimos en nuestras crianzas, y nos enfrenta a la idea de transformación. A partir de la muerte del padre, admirado y odiado por estos personajes, el relato se debate entre la deconstrucción de la institución familiar, y la reproducción de lo adverso en nuestra propia prole. Hacia el final, emerge la pregunta necesaria: ¿alguno de ellos será capaz de perturbar el peso de lo aprehendido? “La casa esconde pero no roba”, brota como eco, en el parlamento de uno de los personajes; y se erige como posible respuesta.
*Las imágenes pertenecen a Marcia Ruetsch - fb M.R. Audiovisuales/ marciaruetsch.wixsite.com/audiovisuales
Ficha técnico artística
Texto: Santiago Fondevila, Luis Gritti, Julieta Halac, Miguel Israilevich, Carla Pandolfi
Actúan: Santiago Fondevila, Luis Gritti, Julieta Halac, María Milessi
Diseño de vestuario y escenografía: Isabel Gual
Diseño de luces: Sandra Grossi
Asistencia de dirección: Diego Torben
Prensa: Mariana S. Lopez
Producción: Julieta Halac
Dirección y Diseño gráfico: Miguel Israilevich
EL CAMARÍN DE LAS MUSAS
Mario Bravo 960 - Capital Federal
Teléfonos: 4862-0655
Web: http://www.elcamarindelasmusas.com
Domingo - 19:00 hs - Hasta el 26/11/2017
Entrada general: $ 200/ Jubilados: $ 150 (presentando acreditación)