sábado, 21 de marzo de 2015

La edad de la infancia.

“Futuros hay dos”. Una frase certera y casi premonitoria se oyó el fin de semana pasado en la Quinta Trabucco .Cuando el tiempo parecía detenerse, el sonido se negaba  a fluir y la lluvia acechaba, finalmente, ganó el carnaval.

Juana, Odín y Diego salieron a jugar cuando la noche todavía era verano. Juana subió enojada al escenario,por culpa del sonido necio, pero las almas congregadas descubrieron su risa y se produjo el contagio de las masas. Un clima de fiesta comenzó a sentirse y bajo la sonrisa tímida de Odín y la energía calma de Diego, Juana comenzó a bailar.

El sábado 14 de marzo Juana Molina se presentó junto a Odín Shwartz y Diego López de Arcaute en la Quinta Trabucco,en Vicente López. Se oyeron hermosas canciones, y las distintas edades de los presentes se hicieron una: la edad de la infancia, de la desvergüenza y la espontaneidad. Jugamos con los sonidos, con los movimientos y con las letras simples que nos descubren con la emoción en la piel. Nos reconocimos en el ritmo que sacude las extremidades, en los sonidos primarios cuando las letras y sus palabras carecían de sentido para nuestras mentes infantiles, en una genuina intimidad sospechosamente colectiva.
PH Daniela Malagrino


Después de algunas canciones se despidieron, pero tras algunos minutos , regresaron al escenario. La primera en volver fue Juana, con un vestido azul y su pelo rubio eterno, nos contó que iban a retirarse por un tiempo, “un chiquitito”, y a pesar de la noticia, nos hizo reír nuevamente: “porque como yo siempre digo, un disco sin concentración, no es un disco”, comentó en tono burlón. Cantó sus canciones más sensibles, entre ellas “Quién”, una bella canción de su segundo disco (“Segundo", editado en Diciembre del año 2000) que habla del amor entre una hija y su mamá. La quinta se mantuvo quieta y profunda, proyectando amores incondicionales.

Tras su momento solista, Diego y Odín volvieron acompañarla y nos regalaron una última canción, que ya suena como ritual, “Dar, qué difícil”. Esa despedida de tiempos veloces regó los árboles y despejó finalmente las nubes. Dejaron a su paso una alegría que nos hizo olvidar que por unos meses no ibamos a festejar juntos, el trío se iba a producir nuevo material. La magia queda suspendida, pero no se detiene.

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