“Futuros hay dos”. Una frase certera y casi premonitoria se oyó el fin
de semana pasado en la Quinta Trabucco
.Cuando el tiempo parecía detenerse, el sonido se negaba a fluir y la lluvia acechaba, finalmente, ganó
el carnaval.
Juana, Odín y Diego salieron a jugar cuando la noche todavía era verano.
Juana subió enojada al escenario,por culpa del sonido necio, pero las almas congregadas descubrieron su
risa y se produjo el contagio de las masas. Un clima de fiesta comenzó a
sentirse y bajo la sonrisa tímida de Odín y la energía calma de Diego, Juana
comenzó a bailar.
El sábado 14 de marzo Juana Molina se presentó junto a Odín Shwartz y
Diego López de Arcaute en la Quinta
Trabucco,en Vicente López. Se oyeron hermosas canciones, y las distintas
edades de los presentes se hicieron una: la edad de la infancia, de la
desvergüenza y la espontaneidad. Jugamos con los sonidos, con los movimientos y
con las letras simples que nos descubren con la emoción en la piel. Nos
reconocimos en el ritmo que sacude las extremidades, en los sonidos primarios
cuando las letras y sus palabras carecían de sentido para nuestras mentes infantiles, en una
genuina intimidad sospechosamente colectiva.
|
PH Daniela Malagrino |
Después de algunas canciones se despidieron, pero tras algunos minutos ,
regresaron al escenario. La primera en volver fue Juana, con un vestido azul y
su pelo rubio eterno, nos contó que iban a retirarse por un tiempo, “un
chiquitito”, y a pesar de la noticia, nos hizo reír nuevamente: “porque como yo
siempre digo, un disco sin concentración, no es un disco”, comentó en tono
burlón. Cantó sus canciones más sensibles, entre ellas “Quién”, una bella
canción de su segundo disco (“Segundo", editado en Diciembre del año 2000) que
habla del amor entre una hija y su mamá. La quinta se mantuvo quieta y
profunda, proyectando amores incondicionales.
Tras su momento solista, Diego y Odín volvieron acompañarla y nos
regalaron una última canción, que ya suena como ritual, “Dar, qué difícil”. Esa
despedida de tiempos veloces regó los árboles y despejó finalmente las nubes.
Dejaron a su paso una alegría que nos hizo olvidar que por unos meses no ibamos
a festejar juntos, el trío se iba a producir nuevo material. La magia queda
suspendida, pero no se detiene.