El sábado pasado en el Teatro Margarita Xirgu, junto a un grupo de personas decidimos abandonar la pregunta por la semántica de las canciones.
Dejamos por dos horas de pensar en el antes y después de
las metáforas.
Decidimos mirar atentos el momento de creación.
Y el origen de lo real también.
Entonces entendimos que ninguna creación es ex nihilo.
Comprendimos que el hombre crea y se une a otros hombres
para bailar entre símbolos.
Para entender, para embellecer, para romper la
insoportable existencia dormida de los niños
de oro.
Si las ideas se contagian, si las intenciones coinciden
en un espacio-tiempo, se alinea entonces un circuito de voluntades que acompañan hasta el final.
“El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota” relata ese momento, ese espacio-tiempo. Las voces y mentes presentes entonces,
cuando los redondos aún no eran tales se escuchan en una perfecta edición,
marcada por una linealidad en lo que hace a la historia, pero atravesado por lo
inesperado: imágenes inéditas de cortos y las primeras presentaciones de la banda.
Comando Luddista,
el grupo responsable de este viaje en el tiempo, marca los comienzos a través del
relato de Guillermo Beilinson- hermano de Skay- sobre un viaje adolescente a
finales de los 60, donde las vanguardias comenzaban a avivar ideas, a
abrazarlas.
Esa voz inicial es acompañada por otras a lo largo del
documental que giran alrededor del trabajo en equipo y de las mentes ardientes.Un año de la fiebre que terminó
extendiéndose veinticinco años más (1976- 2001).
El inicio de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, es
ruidoso, eléctrico y ecléctico.
Es el resultado de muchas búsquedas creativas que no sólo
giraban alrededor de la música sino que buscaban múltiples canales de
expresión: teatrales, audiovisuales, de humor irreverente.
El contexto histórico yace silencioso a lo largo del
documental, registros de la historia internacional y nacional sin palabras que
logren saturar: todo está allí esperando ser descubierto.
También decidieron
mostrar escenas de ese primer viaje a Salta de la banda. Nos invitan a
proyectarnos en una eterna juventud de anhelos rupturistas ante todo aquello
que se conserva.
Nos cuentan las particularidades de esas primeras
presentaciones y las historias alrededor de la grabación del primer disco (
Gulp!). Los testimonios son vivos, son parte de ese proceso de experimentación
originario que reunía a actores, monologuistas, bailarinas, músicos y al
maestro de ceremonias de esos rituales “dionisíacos”, como describe Guillermo
Beilinson.
El documental no abandona nunca el sesgo mitológico que
envuelve a la banda. Al final de la proyección quedamos flameando, agitando los
brazos en un canto de pulmones explotados, dejando a su paso un infierno encantador. Una vez más se
comieron nuestro dolor, salvaron nuestra noche.
Próximas proyecciones: